lunes, 24 de diciembre de 2018

El otro lado de Mary Poppins

El estreno de la película ‘El regreso de Mary Poppins’invita a releer los inquietantes libros originales de P. L. Travers, preñados del misticismo y el humor de su excéntrica autora



MaryPoppins, en una ilustración original de Mary Sheppard.



Mary Poppins no es Julie Andrews. Da miedo. Es flaca, circunspecta, tiene los pies grandes y se cree mucho más bonita de lo que realmente es. Lanza miradas “fulminantes”, “feroces”, capaces de “bucear en lo más profundo de las personas y ver lo que [están] pensando”. Tiene retranca, pero sonríe poco y enigmáticamente; bufar y resoplar hastiada, eso lo hace sin parar. Le gusta tener la última palabra: una versión más o menos burlona de “ay, cállate”. Y es prima segunda, por parte de madre, de la cobra real, “el ser más sabio y terrible de todos nosotros”, según el oso pardo.


Todo esto, y todo lo contrario, es la Mary Poppins que urdió Pamela Lyndon Travers (Maryborough, Australia, 1899-1996)en ocho libros, publicados a lo largo de seis décadas, entre mediados de los años treinta y finales de los ochenta (los dos primeros reeditados este año por Alianza). Travers fue también una mujer de contrastes: esotérica, testaruda, bisexual, guasona, depresiva y fabulosa. La lectura de sus libros, con o sin niños de por medio, es un hallazgo inquietante para las generaciones que crecimos con la versión de Disney de 1964, una película “prácticamente perfecta en todo” que Travers denostó muchas veces en público. Los estudios Disney estrenan ahora la secuela cinematográfica, El regreso de Mary Poppins. Tan predecible como la rima de sus engoladas canciones (estupor con fulgor), el nuevo filme se podría resumir con un poppinesco“¡pamplinas!” (“nonsense!”). Sin embargo, la enésima reencarnación de la institutriz era inevitable; porque ella está hecha del material de los mitos, que vuelven, distintos, cuando cambia el viento.

Musa, bruja, diosa
“Mary Poppins es una mezcla de musa griega y hada celta”, afirma la estudiosa María Tausiet

Como J.M. Barrie o Lewis Carroll hicieran con Peter Pan y Alicia, P.L. Travers tejió un arquetipo atado a su tiempo que sin embargo uno siente que siempre estuvo ahí porque… siempre lo estuvo. “Parece una mujer ligera, incluso frívola, sin embargo, encarna una gran cantidad de mitos clásicos y fuentes folclórico-religiosas”, explica María Tausiet, especialista en historia cultural, creencias, religión y brujería que publica estos días el primer ensayo en castellano que explora las raíces mitológicas del personaje: Mary Poppins Magia, leyenda, mito(ABADA). El libro recorre de forma amena y erudita mil y una referencias, y es una aproximación perfecta para ir más allá sin atragantarse. Poppins (cuyo nombre sugiere una aparición, “she pops in”, señala Tausiet) ha sido comparada con una bruja, un hada madrina, la diosa hinduista Kali y hasta la virgen María. Para Tausiet es una musa: “No es un ángel ni un demonio, una santa o una bruja, ni mucho menos un fantasma. Si a algo podría asemejarse sería a una musa griega, por su carácter inspirador, o a un hada de la tradición celta, por la labor mentora que ejerce con los niños a su cuidado”, explica en su libro.



                      
Portada de 'Mary Poppins, magia, leyenda, mito'.


El ensayo “conecta” (el verbo que usaba Traverspara explicar que ella no se inventaba nada) pasajes del libro con sus fuentes. Así, la bolsa de la que la institutriz saca una butaca o una cama plegable, remite a los relatos viajeros de Julio Verne y Stevenson, pero también a las alfombras voladoras y al principio taoísta de “lo vacío está lleno”. La cinta métrica y el termómetro con el que evalúa a los niños (y que devuelven resultados como “malhumorado y nervioso” o “completamente mimada”) no son solo una ocurrencia genial: desde tiempos de Plinio el Viejo, y hasta la frenología, el “diagnóstico simbólico” ha medido para intentar curar todo tipo de enfermedades y embrujos. Lo más admirable de Travers, opina Tausiet, es su “capacidad para conectar el mito y la experiencia personal”. “Entender los mitos (leyendas, cuentos, textos poéticos o religiosos) reconociéndolos en uno mismo, aporta sentido tanto a la vida como a la literatura”.

En Poppins conviven el unheimliche(lo familiar extraño) freudiano y las reliquias cristianas, las leyendas medievales, Blake, Wordsworth, la filosofía Zen y todos los astros celestes. Por supuesto, es fácil tirar del hilo de casi cualquier narración –el Olimpo pulpde lo superhéroes, el yogui que vive dentro de cada Jedi–, pero en los libros de Travers estos ecos suenan atronadores porque ella era una entregada a la causa. Le obsesionaba lo inefable. Se codeaba con W.B. Yeats, George William Russell (el poeta Æ) era su mentor y frecuentaba los círculos teosóficos. Vivió dos veranos con los indios Navajo y estudió con un maestro Zen en Japón. Escribió incansablemente sobre religiones, filosofía oriental y tradición folclórica, sobre todo en la revista Parábola,que ayudó a fundar (su libro What the bee knows,1989, recoge muchos de estos ensayos). Fue seguidora del gurú armenio Gurdjieff (como el arquitecto Frank Lloyd Wrighto la actriz Kathryn Mansfield) de cuya presencia escribió:“Las máscaras se arrancaban sin piedad. Bajo la rigurosa benevolencia de su mirada, todos estaban desnudos”. Igual que cuando te miran “los ojos azules que parecen escrutarlo todo” de la institutriz.

Travers nunca se vio como una creadora, sino como un ave que incuba, dentro de una ancestral genealogía de narradores. Contaba que Mary Poppins se le apareció durante una enfermedad poco antes de escribir el libro. Le dijo “apunta”, y ella se limitó a hacerlo. No era cierto, más de diez años antes ya había escrito para un periódico australiano varios cuentos que aparecen en los libros, incluso uno en el que una institutriz llamada Mary Poppins pasa una velada dentro del cuadro de un artista callejero. Manejaba tan bien el mito, que creó uno para recontar su propia vida.



La gallina que incubaba Travers, la autora, fue mujer de contrastes: 
esotérica, bisexual, guasona, depresiva y fabulosa

                   
Pamela Lyndon Travers, alrededor de 1924. BRIDGEMAN / ACI


P.L. Travers no es Emma Thompson. La actriz británica la interpretó (como una fastidiosa solterona) en el biopicAl encuentro de Mr. Banks(2013)que narra la espinosa relación que mantuvieron durante décadas la autora y Walt Disney sobre la versión cinematográfica. El filme está basado, como casi todo lo que trata sobre Travers, en la extenuantemente minuciosa biografía publicada por la periodista australiana Valerie Lawson, Mary Poppins, she wrote(1999 y 2005, no traducida al castellano). Sus 400 páginas recorren 96 años de máscaras: Travers, siempre enigmática en lo personal (hosca si el entrevistador la presionaba), fabuló una y otra vez su vida. Sin embargo, contradictoria hasta el final, a los 90 años, vendió su archivo personal, perfectamente catalogado, a una biblioteca australiana para que cualquiera pudiese consultarlo.

Se llamaba Helen Lyndon Goff y no era británica, como le dijo muchas veces a medios y amigos. Era la hija de un emigrante londinense, Travers Goff, un humilde empleado en un banco de la Australia rural; no de un irlandés que llevaba una plantación de azúcar, como le gustaba contar y como acabó escribiendo The New York Timesen su obituario. El elemento definitorio de su infancia fue la muerte de su adorado padre, alcoholizado, cuando ella tenía siete años. De su niñez australiana sacó el anhelo por haber tenido otra (como tanto autores infantiles) y multitud de detalles: del paraguas con forma de loro de una criada, al “un, dos” (“spit, spot”) de la tía autoritaria y responsable que salvó a su madre viuda y a sus dos hermanas de la indigencia. En cuanto pudo, se marchó a Irlanda para ser poeta y conocer a los ídolos literarios que su padre que le recitaba de niña.

“Era enigmática, temperamental, leal, cariñosa, inspiradora, complicada y algunas veces exasperante”, cuenta por mail el escritor británico Brian Sibley, que fue su amigo durante años y con quien trabajó en una secuela cinematográfica que nunca se llegó a rodar por problemas de producción y casting; incluida la idea loquísima de que Michael Jackson interpretase al hermano del deshollinador (Dick Van Dyke). “Al contrario de lo que se cree, no le disgustaba tanto la película original como se cuenta”, dice Sibley, “era importante para ella defender la integridad de su personaje, pero también era una pragmática, sabía muy bien que Walt Disney había ayudado a alargar la vida de sus libros y apreciaba las ganancias que le reportó el filme” (hasta ese momento, el más exitoso del estudio).

                         
Portada de 'Mary Poppins' (Alianza)

Libre y en constante búsqueda espiritual, pero también hipocondriaca y con episodios depresivos. ¿Feminista? Ella estaba en otra onda, pero hizo de una institutriz indomable que nunca se justificaba ni pedía permiso, un personaje inmortal. Travers vivió durante una década con otra mujer y perdió la cabeza por el hermoso y mujeriego poeta Francis MacNamara. Cuando a los 40 decidió, en contra del consejo de todo el que la conocía, adoptar un niño sola, separó a dos gemelos, eligiendo cuál quedarse tras consultar con un astrólogo californiano. El gemelo que adoptó, Camillus –nieto del biógrafo de Yeats, Joe Hones-, creció pensando que su padre había muerto en los trópicos. El gemelo que se quedó en la granja de sus abuelos (con el resto de la prole que sus bohemios padres les habían encasquetado), decidió plantarse a los 17 años ante su hermano. Aquello no acabó bien. Camillus, ya adulto, aparece en varios documentales recriminando a su madre dos infancias destrozadas (que llevaron a dos vidas marcadas por el resentimiento y el alcohol). “Aquí tengo un trocito de Irlanda que puedo ver crecer en una maceta”, dice cínicamente sobre porqué le adoptó su madre. En otra ocasión rompe a llorar recordándo cuánto se querían y pide una copa a cámara.

Ya anciana, Travers desveló un episodio que para ella contestaba a la eterna pregunta: ¿de dónde vino Mary Poppins? Una noche su madre se fue de casa diciendo que iba a tirarse al río. Con 11 años, ella era la mayor. Sentó a sus hermanas frente al fuego y envueltas las tres en un edredón, les contó un cuento sobre un caballito blanco. Pasadas las horas, la madre finalmente regresó, empapada, pero viva. La hija había encontrado su voz narradora.

                      
Cartel de 'El regreso de Mary Poppins'

Un chamán doméstico

Mary Poppins desde luego no es Emily Blunt. La secuela El regreso de Mary Poppinsimagina a la institutriz volviendo a la calle del Cerezo cuando los niños son mayores. Los estudios Disney ya se la propusieron a Travers en los ochenta. Ella la rechazó, explica el escritor Brian Sibley, diciendo que solo sabía de Mary Poppins lo que aparecía en sus libros (otra contradicción: se jactaba de haberlos querido firmar Anónimo, pero era controladora al extremo de su obra). Aunque la premisa de la secuela no está mal (resuena a Peter Pan volviendo cuando Wendy es madre para llevarse a su hija a Nunca Jamás), todo lo demás falla. Disney usa el viejo truco de Disney, matar a la madre, para darle profundidad al asunto y la magia se emplea en último término como solución a un desahucio, que es como si en otro camino de Iluminación –alicatado de baldosas amarillas– Dorothy hubiese usado los chapines para ponerle un piso a Tía Em en Kansas. La Mary Poppins de Travers es mágica sin duda, pero no como un anuncio navideño, sino como los mitos que expresan el misterio, siniestro y luminoso, del mundo. Sus aventuras provocan asombro y desazón.

La secuela una ocasión perdida, porque la Mary Poppins original tiene mucho que decir aquí y ahora. Sus incursiones con los niños al Otro Lado se suceden sin más trama que la cotidianidad en la destartalada casa del Londres de entreguerras de los Banks y son un canto al aquelarre carnavalesco que subvierte y libera. Visitan a un extraño pariente que el segundo lunes del mes vive patas arriba para ganar perspectiva, a una anciana pastelera que les da de comer las puntas de sus dedos o un zoo donde los humanos están enjaulados y los animales hablan… Otras veces bailan con los astros para ser uno con el cosmos.

Es un alivio en la era de la hiperpaternidad que la niñera haga 
todo lo que tú haces mal sin inmutarse

Poppins es el chamán que abre la puerta de la percepción y guía por “la Grieta” –ofreciendo seguridad, pero sin dar explicaciones, faltaría más– y, cuando es necesario, les saca del mal viaje que ella misma ha provocado. A los dos minutos de conocerlos, en cuanto la señora Banks no está mirando, les da un misterioso jarabe que a todos les sabe a lo que más les gusta. Michael no quiere tomarse la medicina, pero comprende que es “imposible mirar a Mary Poppins y desobedecerla”: “Había en ella algo extraño y asombroso, algo que daba miedo y, a la vez, resultaba la mar de emocionante”. Con el tiempo, el niño se vuelve un auténtico devoto y acaba gritándole a su madre “¡Mary Poppins es la única persona en este mundo a la que quiero!”. Al final del segundo libro Mary Poppins se marcha a lomos de un tiovivo que gira como un derviche hacia el universo (imposible no ver a Gurdjieff y las danzas sagradas flotando por ahí). Varios personajes se despiden de ella, no sin antes preguntarle si no estará pensando subir también a los niños al tiovivo astral. “Solo darán un par de vueltas”, les contesta ella remilgada. Pero al lector le queda la duda de si se los va a llevar o no. La ves capaz.

             
Portada de 'Vuelve Mary Poppins'


Sin embargo, por muchas referencias místicas, la magia (y la gracia) de esta gurú de botines abrillantados y coqueto sombrerito de paja es que no solo acompaña a los pequeños en sus viajes trascendentes y psicodélicos (que a veces se ponen un poco densos de más). Lo mejor de los libros, lo más divertido, es cómo Poppins les guía por Este Lado. Por la tediosa retahíla de protocolos infantiles: lavarse, vestirse, recoger, comérselo todo, no molestar a los mayores… Y lo hace sin miramientos, sin ni un poco de azúcar, con una caprichosa mezcla de rigor y permisividad, de amenaza y recompensa. En la era de la hiperpaternidad responsable es un alivio que la mágica niñera a la que todos aman haga todo lo que tú haces mal sin inmutarse.

Mary Poppins es un chamán de andar por casa, un hilarante gurú de la crianza políticamente incorrecta, que como de pasada, a empeñones para que bajen más rápido la escalera, enseña a los niños a ironizar, a guardar las apariencias y al mismo tiempo a desconfiar de ellas. Con ella aprenden a escuchar a las ancianas y a mentir a los padres, a ser educados siempre e hipócritas cuando haga falta, y a no dar explicaciones, sobre todo, de lo que no las tiene.

YO NO ESCRIBO PARA NIÑOS

En la tele Maurice Sendak,autor deDonde viven los monstruos, daba una entrevista. “Le estaban lanzando las típicas preguntas irrelevantes: ¿te gustan los niños?, ¿tienes hijos?”. P.L. Travers lo estaba viendo en su casa y comenzó a gritarle a la pantalla: “Fuiste un niño, ¡diles eso!”. Por supuesto, Sendak, tras una pausa, lo dijo. “Yo fui un niño”. La anécdota la relata P.L. Traves en una tribuna publicada en The New York Timesen 1978 titulada Nunca escribí para niños.Hasta entonces, explica la autora, había esgrimido la cita de Beatrix Potter(“Escribo para darme el gusto”) y la idea de C.S. Lewis,la literatura infantil es mala literatura. La autora de Mary Poppins siempre renegó de la etiqueta (no para ella, sino en general) y de suavizar los contenidos para el público más joven. Era una amante del folclore, la fábula y los cuentos de hadas. “Se podría decir que los cuentos de hadas son los mitos precipitándose en un tiempo y un lugar”, escribió Travers en su discurso Solo conectar(1966) para la Biblioteca del Congreso de EE UU(imposible no pensar en el descenso feérico de Poppins sobre el Londres de entreguerras): “Por ejemplo, si este vaso de agua es el mito y lo bebo, la última gota –o los posos del vino- serían el cuento de hadas. La gota está hecha de lo mismo, todo lo esencial está ahí; es pequeña pero perfecta. No está miniminazada, no está hecha para que lo niños la puedan digerir”.

martes, 4 de diciembre de 2018

François Truffaut - Jules et Jim

Recupero de Wikipedia información de la película de François Truffaut: Jules y Jim, para mi la mejor película del cine francés y hace muchos años que no la veía y sigo teniendo la historia en mi retina. Quiero mantener la información para volver cuando necesite recuperarla.

Es una película de drama romántica New Wave francesa de 1962, dirigida, producida y escrita por François Truffaut. Alrededor de la época de la Primera Guerra Mundial, describe un triángulo de amor trágico que incluye al bohemio francés Jim (Henri Serre), a su tímido amigo austriaco Jules (Oskar Werner), y a la novia de Jules y luego a su esposa Catherine (Jeanne Moreau).



François Truffaut - Jules y Jim.jpg

La película se desarrolla antes, durante y después de la Gran Guerra en diferentes partes de Francia, Austria y Alemania. Jules (Oskar Werner) es un tímido escritor de Austria que forja una amistad con el francés más extrovertido, Jim (Henri Serre). Comparten un interés por el mundo de las artes y el estilo de vida bohemio. En una presentación de diapositivas, se fascinan con el busto de una diosa y su sonrisa serena y viajan para ver la antigua estatua en una isla en el mar Adriático.

Después de encontrarse con varias mujeres, se encuentran con la caprichosa Catherine (Jeanne Moreau), de espíritu libre, una doppelgänger para la estatua con una sonrisa serena. Los tres salen juntos. Aunque comienza una relación con Jules, ambos hombres se ven afectados por su presencia y su actitud hacia la vida. Jim continúa involucrado con Gilberte, usualmente viéndola aparte de los demás. Unos días antes de que se declare la guerra, Jules y Catherine se mudan a Austria para casarse. Ambos hombres sirven durante la guerra, en bandos opuestos; a lo largo del conflicto, cada uno teme el potencial de enfrentarse al otro o enterarse de que podría haber matado a su amigo.
Después de la separación durante la guerra, Jim visita y luego se queda con Jules y Catherine en su casa en el Bosque Negro. Jules y Catherine para entonces tienen una hija pequeña, Sabine. Julio confiesa las tensiones en su   matrimonio. Él le dice a Jim que Catherine lo atormenta y lo castiga a veces con numerosos asuntos, y ella una vez lo dejó a él ya Sabine durante seis meses.

Ella coquetea con e intenta seducir a Jim, quien nunca la ha olvidado. Jules, desesperado por que Catherine pueda dejarlo para siempre, le da su bendición para que Jim se case con Catherine para que pueda seguir visitándolos y verla. Por un tiempo, los tres adultos viven felices con Sabine en el mismo chalet en Austria, hasta que surgen tensiones entre Jim y Catherine debido a su incapacidad para tener un hijo.

Jim deja a Catherine y regresa a París. Después de varios intercambios de cartas entre Catherine y Jim, se resuelven a reunirse cuando se entera de que está embarazada. La reunión no ocurre después de que Jules escribe para decirle a Jim que Catherine sufrió un aborto involuntario.
Después de un tiempo, Jim se encuentra con Jules en París. Se entera de que Jules y Catherine han regresado a Francia. Catherine intenta recuperar a Jim, pero él la rechaza y dice que se va a casar con Gilberte. Furiosa, ella le saca una pistola, pero él la retira y huye. Más tarde se encuentra con Jules y Catherine en un famoso cine (en ese momento), el Studio des Ursulines.

Los tres se detienen en un café al aire libre. Catherine le pide a Jim que suba a su auto y le dice que tiene algo que decirle. Ella le pide a Jules que los observe y conduce el auto desde un puente dañado hacia el río, matándose a sí misma y a Jim. A Jules le queda lidiar con las cenizas de sus amigos.






AMAZONOMAQUIA


Exposición de Clara Carvajal en el Museo Arqueológico Nacional, a partir del 13 de diciembre de 2018, infaltable. 



Organizada por el Ministerio de Cultura y Deporte y el Museo Arqueológico Nacional

Horario de visita
Martes a sábado: 9:30 – 20:00
Domingos y festivos: 9:30 – 15:00

Esta exposición cuenta con 29 obras de Carvajal que se muestran por vez primera: dos series de fotografías de las metopas de la cara oeste del Partenón ateniense, intervenidas mediante texto e imagen, para adecuarlas a la evidencia histórica y un vídeo sobre las nuevas amazonas, sobre la pervivencia actual de territorios vedados a las mujeres. El texto de la obra Pentesilea (1808), reina de las amazonas, del escritor romántico alemán Heinrich von Kleist (1777-1811), sirve de acompañamiento a las imágenes del vídeo. Para completar el diálogo con la Historia, el Museo aporta dos vasos griegos con representación de amazonas.

                             Clara Carvajal


Basado en descubrimientos de los últimos años, que atestiguan la realidad de la existencia de mujeres guerreras en las estepas del Cáucaso, en el sur de Rusia, desde el siglo VI a.C., su obra plantea una lectura literal de la Amazonomaquia, restituyendo la gloria del pasado épico a las mujeres guerreras.






        
















miércoles, 15 de agosto de 2018

Bayer se hunde más del 10% tras una multa de 300 M a Monsanto por un caso de cáncer

Tras una multa histórica a una de sus subsidiarias por el uso continuado de glifosato en sus productos, la farmacéutica se hunde en bolsa

    Protestas contra la fusión de Monsanto y Bayer (Imagen: Reuters)
    EVA MORENO - 13/08/2018

Las acciones de Bayerhan comenzado la semana de la peor forma posible. La farmacéutica alemanase ha desplomado un 10,44%en la sesión de este lunes tras la multamillonaria impuesta a su subsidiaria Monsanto, que ha sido acusada de causar cáncer a un jardinero norteamericano que había utilizado uno de sus productos con glifosato.

Esta multa, que asciende a 289 millones de dólares, ha caído como un mazazo a los inversores y ha provocado que las acciones de Bayer se hayan hundido cerca de un 13% tras los primeros compases de la sesión.

Los títulos, que cotizan en la bolsa alemana, iniciaban la jornada en los 93,47 euros y, cerca de la media sesión, ya se encontraban por debajo de los 83,30 euros por acción, valor que no alcanzaban desde mayo de 2016, cuando se anunciaron las primeras negociaciones para adquirir Monsanto.

Superada la media sesión, las acciones ya cedían un 15%, lo que le situaba en los 80,95 euros por acción.


    Desplome de las acciones de Bayer durante este lunes 13 de agosto de 2018

Esta millonaria sanción ha sido impuesta debido a uno de los herbicidas distribuidos por Monsanto, RoundUp, que contiene glifosato y que, según la justicia americana, ha sido el causante del cáncer del jardinero Dewayne Johnson, que fue el que impuso la demanda.

A pesar de esta multa, Bayer, que adquirió Monsanto el pasado mes de junio, ha asegurado que los herbicidas que contienen glifosatoson "seguros y no cancerígenos".

A raíz de esta multa, organizaciones como Greenpeace han pedido la retirada de este producto en Australia y Reino Unido.

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Bayer - A Neil Young ahora le gusta la noticia del 13 de agosto de 2018

jueves, 26 de julio de 2018

Man

En 2002 fuimos por primera vez a veranear en Galicia, en Laxe, un pueblo pesquero y playas agradables. En los alrededores descubrimos lugares tranquilos y una naturaleza desbordante a lo largo de toda la Costa de Muerte, que abarca de Malpica a Camarillas. En Camelle descubrimos a un viajero alemán que se había decidido a quedarse en el pueblo y crear un espacio muy especial en las rocas, algo así como un museo con las cosas que recogía en los alrededores. Este alemán fue aceptado por los habitantes de Camelle, y como no sabían nada de él, excepto que era alemán, así que le empezaron a llamarle Man, y así se quedó con ese nombre. 

Unos años después Man presenció cuando vio el hundimiento de un barco que provocó  una estela de lo que se llamó chapapote, no otra cosa que petróleo contaminante en buena parte de la costa del norte de España. 

El museo de Man quedó destrozado y ya no se recuperó del dañó producido. Cinco meses después murió deprimido.






Man en una estancia de su museo


Man nos daba una hoja a los visitantes y nos pedía 
que escribiéramos o dibujásemos algo para él.








    






















miércoles, 25 de julio de 2018

Claude Lanzmann: Solo existe la vida

Claude Lanzmann, el hombre que retrató la imagen indecible del Holocausto

Luis Martínez – 5 Julio 2018



La breve fábula de Silvina Ocampo con la que Claude Lanzmann inicia su apasionante y tardío libro de memorias habla de una liebre que corre confundida entre una nube de perros.

-      ¿Adónde vamos? -gritaba la liebre, con voz temblorosa, de relámpago.

-      Al fin de tu vida -gritaban los perros con voces de perros...

La cita abre la puerta a toda una vida, por comprometida, apasionante; una vida que ayer mismo, con 92 años cumplidos, se dejó devorar, aunque resistiendo.Hasta llegar a ese principio, que en realidad es el final, de La liebre de la Patagonia, así se titula la autobiografía, su protagonista recorrió todos los mundos, con sus triunfos y sus horrores, de los que ha sido capaz el siglo XX. Hijo de una familia judía originaria de Europa del Este, pronto conoció los rigores de la pelea. Y del desprecio antisemita.Con 17 años formó parte de la Resistencia en Clermont-Ferrant y hasta luchó con los maquis de Auvergne.Acabada la guerra, estudió Filosofía en Tubinga y de ahí viajó a la Berlín fracturada. Poco más tarde, a principios de los 50, formó parte de la redacción de Les Temps Modernes,la revista que fundara Jean-Paul Sarte y la que acabó por ser su amante Simone de Beavoir. El tiempo le llevaría a dirigirla.




Lo que sigue es una vida de reportero y polemista hasta que descubrió el cine. Y entonces, todo cambió. Su vida y la de todos nosotros. Tras más de una década de preparación y con centenares de horas de rodaje, lo que surge en las nueve horas largas que dura Shoah (estrenada en 1985) es la puntual descripción de lo indescriptible, la perfecta narración de lo indecible.Decía Jorge Semprún que lo verdaderamente traumático del Holocausto es que no hubo testigos. «Nadie podrá decir jamás: yo estuve ahí. De ahí la angustia de no ser creíble». Y, sobre esa aporía, se levanta un atormentado, pausado y brutal ejercicio de memoria.El barbero cuenta cómo cortaba el pelo a los que iban a morir. El superviviente relata el sabor diario de la muerte siempre aplazada. El guardián se ufana del bajo precio de los muertos. El verdugo aún ríe. «La película trata de la muerte», sentenciaba rotundo y hasta iracundo cada vez que le preguntaban por ella. Y, sin embargo, allí no hay cadáveres. «Aquello era un crimen perfecto. Por primera vez en la Historia del hombre, la muerte se convirtió en industria; una industria que aniquilaba, quemaba y eliminaba los rastros», continuaba.

La película fue creciendo. Del metraje inédito surgieron posteriormente Sobibor, 14 de octubre 1943, 16h., El informe KarskiEl último de los injustos.Y así, las tres (a las que habría que sumar sus documentales sobre Israel) acabaron por completar un panorama construido enteramente en la imaginación de un espectador obligado siempre a enfrentarse al relato de un abismo compartido por todos. La primera narra la única revuelta con éxito entre la barbarie nazi, la segunda se detiene en el testimonio de la figura de la resistencia polaca y la tercera se precipita por el laberinto oscuro y resbaladizo de Benjamin Murmelstein, el último presidente del Consejo Judío del campo modélico de Theresienstadt.

A Lanzman le incomodaba que le citaran La lista de Schindler,de Spielberg («Se informó mal. La ficción es una transgresión», decía); le molestaba que se confundieran las víctimas («Por supuesto que hay distintos tipos de sufrimiento»); le irritaba que se intentara buscar en las características del pueblo judío alguna razón para explicar nada («La pregunta '¿Por qué han matado a los judíos?' es de una obscenidad absoluta»); a Lanzmann no le gustaba que le hablaran de La vida es bella, de Roberto Begnini («Qué idiota cree que la vida es bella»). Y entre todos sus cabreos, Lanzmann, siempre iracundo, se negaba a claudicar ante la vergüenza del olvido.

"Le contaré una anécdota", comentó al final de una entrevista. "Tengo un amigo alemán que habla perfectamente francés, pero tartamudeando. En alemán no tartamudea. Al acabar la guerra, su padre fue recluido en el mismo campo de concentración francés en el que acabaron los republicanos españoles. El deseo de venganza es tan grande que le impide hablar correctamente en francés". ¿Entones? "Ahora imagínese el trauma de los otros". Y ahí lo dejaba.

«No sé lo que es envejecer, en primer lugar porque mi juventud garantiza la del mundo», escribe al final de sus memorias. Y le creemos.

Claude Lanzmann: Solo existe la vida
Lanzmann y Sharon en París

 Ha muerto Claude Lanzmann a los noventa y dos años de edad. Cineasta francés de origen judío fue uno de los documentalistas más importantes del siglo XX. En la lista de la revista Sight and Soundsu obra más importante, Shoah(1985), aparece en segunda posiciónsolo por detrás de El hombre de la cámara deVertovShoahes un documental apasionante de más de nueve horas de duración en el que se alternan testimonios de "resucitados" (como llama Lanzmann a los supervivientes de los campos de concentración), planos de los paisajes que rodeaban a dichos campos y entrevistas "robadas" con cámara oculta a algunos dirigentes nazis. Es famoso un travellingdesde el vagón de un tren que pasa junto a un polaco que hace un gesto pasándose la mano por el cuello. Algo así es posible que vieran los que iban al exterminio sin saberlo.

Eso sí, en Shoahno hay ni documentales de archivo ni fotografías de la época porque Lanzmann era un furibundo enemigo de las imágenes que captaron el horror. Un iconoclasta ideológico. Cuando se estrenó en Madrid, en una sala comercial en 1988, un grupo de fascistas organizó una batalla campal a la puerta del cine y al día siguiente hubo que interrumpir otra proyección por un aviso de bomba. Hoy, por el contrario, se ha convertido en un "monumento" de tal prestigio que ha llevado al típico crítico a la tópica petición de hacerlo "de visión obligada en los colegios de cualquier parte para críos de cierta edad". Nueve horas de documental a ritmo pausado quizás no solo sea excesivo para adolescentes acostumbrados más bien a videojuegos que a películas en blanco y negro, sino que el propio Lanzmann propuso ponerse en la puerta de lo cines para preguntar a los espectadores si iban a ver la película por algún tipo de "obligación", y que si la respuesta fuese que sí, él mismo les prohibiría la entrada.

Narcisista en grado sumo, Lanzmann se tenía en muy alta opinión. Y lo cierto es que su curriculum era impresionante: jefe de Les Temps Modernesen tiempos de Jean Paul Sartre, le gustaba alardear de que había sido amante de Simone de Beauvoirunos años (la madura existencialista le escribía "Chéri, mi amor absoluto, mi niño adorado, no hay palabras para describirte mi amor"). Por cierto, vendió este mismo año a la Universidad de Yale las cartas que le envío la filósofa porque las leyes francesas de herencia las pondrían en manos de la hija de la Beauvoir, a la que Lanzmann odiaba. De esas compañías extrajo una manera de discutir tan intempestiva que resultaba vulgar y maleducada, así como unos puntos de vista teóricos desde el punto de vista cinematográfico y político que resultaban fanáticos y superficiales. Por ejemplo, su negativa a mostrar imágenes explícitas del Holocausto que habría que dejar, según él, "en off". Tesis que refutó Alain Resnaisen otro de los grandes documentales sobre el genocidio judío: Noche y niebla. También pretendía que no había que intentar explicar las razones que llevaron a los nazis al poder y a Hitler a cometer el asesinato masivo, como si explicar y comprender fuesen sinónimos de justificación.

Todo ello revelaba una fascinación de Lanzmann por las imágenes al mismo tiempo ingenua y supersticiosa. Lo que le llevó a realizar otro documental monumental. EnEl último de los injustos(2013) Lanzmann charla amigablemente durante más de tres horas con la personalidad poliédrica, fuerte e inteligente de Benjamin Murmelsteinque fue hasta el final uno de los miembros del Consejo Judío de administración del campo que eran tan odiados por los propios judíos que el rabino de Roma le negó el permiso para ser enterrado en tierra judía. Murmelstein se zafa hábilmente del interrogatorio, por otra parte amable, del cineasta francés, que intercala paseos suyos contemporáneos por los lugares relacionados con el campo de concentración o con escenas de la vida judía, como el canto del Yom Kippur, la fiesta del perdón judía. Murmelstein, realista y consecuencialista, pragmático y utilitarista, se compara a sí mismo con un dinosaurio y con Sancho Panza. Al tipo le encanta hablar entre el narcisismo y la prosopopeya. Lanzmann, que no es un prodigio de modestia y humildad, parece contagiarse de la egolatría de Murmelstein y rompe con uno de sus dogmas: dejar que las imágenes hablen por sí mismas y se convierte en co-protagonista de este proceso de beatificación del que fue considerado casi universalmente un demonio.

Ha muerto un día después de que se hubiese proyectado Las cuatro hermanas, testimonios que no encontraron hueco en el original Shoah.
Lanzmann no creía en la "otra vida". Contaba en una entrevista que los judíos del Sonderkommando (batallón de trabajo) de Auschwitzenterraron un diario escrito en yiddish del horror en los campos. Uno de ellos se preguntó por qué seguir viviendo en esas circunstancias terroríficas y se responde: "porque el mundo entero vive. Solo existe la vida". Y precisamente así hizo que titularan en la televisión francesa un documental sobre su vida: "Sólo existe la vida". Ha muerto un día después de que se hubiese proyectado Las cuatro hermanas, testimonios que no encontraron hueco en el original Shoah. Será sin duda un magnífico epílogo a una vida extraordinaria.



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Pablo Kurt
FILMAFFINITY

El francés Claude Lanzmann dirige un impresionante documental de 9 horas y media sobre el Holocausto sin usar imágenes de archivo ni recreacciones de ficción, tan sólo con la narración minuciosa de las experiencias de las víctimas y los testigos. Unas palabras que obligan al espectador a realizar un ejercicio de insoportable imaginación sobre el dolor, el espanto y la degradación humana ocurrida en los campos de exterminio. Unas palabras con el fin último de la reflexión y la memoria, de que el sufrimiento y la ignominia soportadas por las víctimas jamás caiga en el olvido. Es largo, y no es ameno. Poco importa. Es "Shoah", un imprescindible y sobrecogedor documento histórico que traspasa el valor de mero documental.


Películas
Sobibor (2001) 
Un vivant qui passe (1997) 
Tsahal (1994) 
Shoah (1985) 
Por quoi Israel (1972) 

Libros
Le Lièvre de Patagonie, París, Gallimard, 2009 
Alguien vivo pasa, Madrid, Arena Libros, 2005 
Shoah, París, Gallimard, 1997 (con prólogo de Simone de Beauvoir)